Mediante esta carta, manifiesto mi irrevocable renuncia. Renuncio a esta profesión injusta, sin días de descanso. Renuncio al desprecio al que he sido condenado por la eternidad. (No sin razón). No puedo más. Estoy cansado de vagar cada noche sin rumbo por las calles de la ciudad, mirando a través de las ventanas que me muestran con insultante descaro vuestras vidas perfectas: niños revoltosos, cenas románticas, fiestas interminables, amantes gimiendo de pasión... Al igual que vosotros, quiero vivir. Si alguna noche el miedo a mi presencia os impidió conciliar el sueño, os pido perdón. No era mi intención.
Atentamente, El Hombre del Saco.
ILUSTRACIÓN: Jesús Román
