Encantadora Raimunda

Siempre recordaré a mi abuela Raimunda con una sonrisa encantadora en su rostro, aunque la vida nunca fue afable con ella. Siendo aún mocita la casaron con mi abuelo al que le aguantó lo indecible como que se jugara a mi abuela a las cartas. Analfabeta salió adelante sorteando mantas y toallas para alimentar a los nueve hijos que parió. Cargada de niños, recorría las calles con los pies descalzos, cumpliendo así con todas las peticiones que le hacía a San Rafael. Esa fe hacia el santo hizo que afrontara la vida que le tocó vivir, con una sonrisa encantadora. 

TEXTO E ILUSTRACIÓN: Jesús Román