Aquella noche en Madrid, el estruendo de la guerra fue sustituido por dulces villancicos de la vieja radio del aparador. Los pequeños Lucas, Nicolás y Candela vivían en un orfanato al cuidado de tres enfermeros que les salvaron la vida cuando solo tenían tristeza y soledad. Melitón, de barba canosa y voz sabia, se ocupaba de las necesidades materiales asegurándoles una cama confortable y comida caliente. Gastón de mirada tranquila y alma serena se encargaba de curar las heridas visibles, y las no visibles con palabras de ternura. Y Balzac de piel morena y risa escandalosa, se encargaba de llevar la alegría con fiestas y juegos en aquella oscuridad. La noche de reyes los pequeños debían acostarse temprano. Emocionados apenas probaron la cena, donde planearon que estarían despiertos toda la noche para poder ver a los Reyes Magos. Como cada noche Melitón, Gastón y Balzac, acompañaron a los niños a la cama para darles las buenas noches. Cuando las luces se extinguieron, corrieron ansiosos hacia la ventana donde se sentaron al pie de ella, mirando a través de los cristales empañados. La luz del sol les sorprendió dormidos en el suelo, juntitos, tapados con una mantita y rodeados de juguetes.
TEXTO: Jesús Román