Resulta sorprendente la cantidad de veces que la vida me regala “Horas Espejo” en mi reloj. Sobre todo desde aquel fatídico día que entraste en ese vagón de metro y te marchaste para siempre. Poco tardé en darme cuenta del pesar tan grande que soporto por esa decisión que hizo que te fueras sin mirar atrás. ¿A dónde? A menudo fantaseo con la idea imposible de volver atrás en el tiempo para cambiar decisiones equivocadas que tomé en muchas circunstancias. Hoy lamento haberte perdido. Desde entonces, cada vez que miro el reloj y veo 11:11, pronuncio tu nombre.
TEXTO: Jesús Román