Vivían en una barraca hecha con tablones. Mientras trabajaban recogiendo la escasa cosecha del huerto, anhelaban un hijo que nunca llegaba. Cada noche, bajo la tenue luz del candil, se cuidaban mutuamente: ella le curaba las manos frotándole con Aloe. Él, le leía poemas de Neruda con una nariz de payaso para hacerla reír. Risa que se quebró el día que llegaron las máquinas de la civilización y demolieron su Castillo de madera. Con un libro de Neruda y una nariz de payaso como únicas pertenencias, se alejaron de las ruinas, sin sospechar por un instante, que pronto serían tres.
TEXTO: Jesús Román
FOTO: Terri Capucci
MÚSICA: José González - Heartbeats
