Vivimos en una casa en un recóndito valle, apartadas del mundo. Cuidamos de nuestra madre, que yace en su alcoba desde que se quedó dormida hace cinco años. Hoy celebramos su cumpleaños. Hemos cepillado nuestros cabellos y vestimos con los vestidos que ella nos hizo. Lorelia, la pequeña, toca el acordeón. Serafina, la mediana, prepara un pastel de arándanos, llenando la casa con un dulce aroma. Como siempre, cubro con delicados encajes el rostro descarnado de mamá antes de que Lorelia y Serafina entren a sorprenderla. Mantener viva la ilusión de mis hermanas es lo más importante para mí.